Mesoamérica
Mesoamérica es el nombre de una región histórica y cultural de América que se extiende por los estados del sur de México y algunos países centroamericanos como Guatemala, El Salvador, Belice y Honduras. También, aunque en menor medida, cubre ciertos territorios de Nicaragua y Costa Rica.
El término, que no debe confundirse con el concepto geográfico de América Central, fue acuñado por el etnólogo alemán Paul Kirchhoff en el año 1943. La región mesoamericana o «América media» se refiere a un territorio que comparte una serie de características físicas comunes que hicieron posible el desarrollo de las sociedades antiguas que hoy conocemos como culturas mesoamericanas, como por ejemplo los mayas o los mexicas.
Los pueblos mesoamericanos comparten una serie de características que los diferencian de otras etnias americanas, tanto al norte como al sur. Entre esos rasgos cabe destacar la sedentarización (se construyeron importantes ciudades), el cultivo del maíz, el desarrollo de la escritura pictográfica y un sistema de creencias religiosas comunes.
La extensión total de Mesoamérica se calcula en alrededor de 1.000.000 de kilómetros cuadrados, aproximadamente situada entre los paralelos 10º N y 22º N. Su uniformidad se ve rota por la diversidad topográfica, la cual también da lugar a la existencia de diferentes regiones climáticas.
Se acepta que los límites geográficos de la región mesoamericana son los siguientes: por el norte, el río Sinaloa, la sierra Madre Occidental y las cuencas de los ríos Lerma y Panuco; por el sur, la línea imaginaria que conecta la desembocadura del río Motagua y el golfo de Nicoya, ambos en Costa Rica.
Mesoamérica se suele dividir en tres grandes subregiones culturales: el sur-centro de México, la región Maya y la región centroamericana.
Centro-sur de México
Antes de la llegada de los europeos, en esta amplia región se desarrollaron diversas culturas y se crearon estados que durante siglos coexistieron o lucharon entre sí. A lo largo de la costa del Océano Pacífico se asentaron los zapotecas (al sur) y la cultura de Colima (al norte, alcanzando las costas del Mar de Cortés); en el altiplano central florecieron los otumbas y la cultura de Tenochtitlán; finalmente, en la zona del Golfo de México se asentaron los olmecas, los huastecos y los totonacas.
Gran parte de estos territorios fueron unificados y sometidos por los mexicas (también llamados aztecas), que dominaron la región hasta la conquista española.
Región Maya
La región maya está considerada como la Mesoamérica central. Sus límites coinciden con el área de desarrollo de la cultura maya, que básicamente son la Península de Yucatán y parte de Guatemala. Existen numerosos restos arqueológicos que atestiguan la expansión y el desarrollo cultural y tecnológico de este pueblo, el cual alcanzó su cénit alrededor del siglo XI. Nuevos descubrimientos arqueológicos continúan ampliando nuestro entendimiento de la cultura maya, revelando aspectos desconocidos de sus avanzados conocimientos en astronomía y matemáticas.
Algunos de los centros mayas más importantes son Chichén Itzá, Uxmal, Tulum, Tikal o Copán.
Región centroamericana
Es la que se sitúa al sur de la región maya hasta Costa Rica, dejando fuera la zona de Panamá la cual, pese a ser parte de Centroamérica, quedaría excluida de Mesoamérica. Es la subregión mesoamericana culturalmente menos desarrollada.
La diversidad geográfica, entre elevadas cordilleras y valles fértiles, influyó significativamente en las prácticas culturales, facilitando la agricultura extensiva y el comercio. En la actualidad, hay un renovado interés en preservar lenguas indígenas y tradiciones culturales, con comunidades locales impulsando esfuerzos para revivir danzas y ceremonias ancestrales. Estos esfuerzos no solo honran la riqueza del pasado mesoamericano, sino que también fortalecen las identidades culturales presentes.
El intercambio cultural entre diferentes grupos mesoamericanos fue intenso, con redes de comercio que permitieron la circulación de productos como obsidiana, jade y cacao. Este intercambio no solo trajo riqueza material, sino también un flujo constante de ideas, tecnologías y creencias religiosas. Estos contactos interregionales fomentaron un diverso pero cohesivo entramado cultural que ha dejado una huella perdurable en la historia de América Latina. La influencia de los antiguos caminos y métodos de intercambio todavía es visible en las tradiciones contemporáneas, subrayando la continuidad entre el pasado y el presente.