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El Mapa Rosado: Portugal en África

Publicado por Daniel Terrasa

En pleno auge de la época colonial, en el año 1885, al igual que otras grandes potencias como Francia, Alemania o Inglaterra, también Portugal presentó sus reclamaciones territoriales en tierras africanas. Estas pretensiones se plasmaron en un mapa conocido como «el mapa rosado» (mapa cor-de-rosa, en portugués).

La base de este mapa es la creación de un amplio corredor terrestre que conectara las colonias portuguesas de Angola y Mozambique, a pesar de que Portugal solo controlaba de facto algunos puertos y ciudades costeras en cada una de estas regiones, quedando el interior fuera de su alcance.

El área reclamada a través de este mapa englobaba la mayor parte del actual Zimbabue y gran parte de los modernos estados de Zambia y Malawi.

Después de la independencia de Brasil y de la pérdida de casi todas sus posesiones en Asia, los esfuerzos coloniales lusos se centraron en África, siendo el Mapa Rosado el eje principal del proyecto.

Colonias portuguesas en África

A finales del siglo XIX Portugal controlaba una serie de territorios insulares en la costa atlántica africana: las islas Azores, Madeira, Cabo Verde y el archipiélago de Santo Tomé y Príncipe. En cambio, en el continente solo contaba con dos grandes territorios coloniales:

  • Angola en el oeste. Su dominio inicial se limitaba a las ciudades costeras de Luanda y Benguela, importantes centros del tráfico de esclavos hacia América. Ya en el siglo XIX extendió su alcance por el norte, con reclamaciones sobre el control del estuario del Río Congo, y por el sur, en el territorio de Moçamedes, en la actual Namibia.
  • Mozambique en el este. Los asentamientos portugueses de Ibo, Quelimane, Sena, Tete y Sofala fueron algunos de los más importantes en la costa africana del Índico. Los intentos de penetrar al interior por el valle del Zambeze fracasaron. Cuando se presentó el Mapa Rosado, el dominio portugués sobre esta región era muy débil.

Fracaso del proyecto del Mapa Rosado

La Conferencia de Berlín de 1885 estableció el principio de ocupación efectiva como base para cualquier reclamación territorial en suelo africano. Portugal a duras penas cumplía con este requisito en sus territorios continentales, especialmente en Mozambique, por lo que envió una serie de expediciones militares destinadas a reforzar estas posiciones, encontrándose con una fuerte oposición británica.

Portugal buscó otros apoyos para su proyecto del Mapa Rosado. Cedió a Francia sus escasas posesiones en Casamance (actual Senegal) y acordó límites favorables con Alemania para sus colonias africanas. Sin embargo, estos gestos fueron insuficientes.

Tras algunos conatos de enfrentamientos armados entre británicos y portugueses en varios puntos del sureste de África, finalmente en 1891 se firmó el Tratado en Lisboa que ponía fin a las aspiraciones de Portugal, encerrando definitivamente el Mapa Rosado en un cajón olvidado de la historia.