Phélipeaux y Pontchartrain: las islas fantasmas del Lago Superior
En el año 1783 se firmó el Tratado de París entre Francia y la recién creada nación americana de Estados Unidos. Entre los acuerdos de ese tratado se incluía la delimitación de las fronteras con Canadá. Esta tarea fue larga y compleja, ya que muchas de las tierras en disputa apenas habían sido exploradas. Uno de los puntos más controvertidos de este tratado fue el del reparto de las orillas y las islas del Lago Superior, en la región de los Grandes Lagos de América del Norte.
Ambos países acordaron que la frontera a lo largo de las aguas del lago quedará marcada por la línea que formaban una serie de islas de este a oeste: la isla Royal, la isla Phélipeaux y la isla Pontchartrain. El problema de esta solución es que estas dos islas no existían, como se demostró más tarde.
El error tiene su origen en los relatos del religioso y explorador francés Pierre de Charlevoix a mediados del siglo XVIII. En sus descripciones aparecen una serie de islas lacustres que fueron bautizadas con el nombre de los aristócratas franceses que financiaron sus viajes: los condes de Phélypeaux, Pontchartrain y Maurepas. Tomando como base estos «descubrimientos», Jacques-Nicolas Bellin dibujó en 1744 el famoso mapa (ver arriba) donde estas islas aparecen. También aparecerían en el mapa de John Mitchell de 1755.
La isla de Phelipeaux, cuyas dimensiones serían similares a las de Isle Royal, se ubicaría supuestamente en el centro del lado, al noroeste de la Península de Keeweenaw. Por su parte, la isla de Portchartrain se situaría al este de Phélipeaux, con un tamaño bastante más modesto. El tratado establecía que la primera de ellas quedaría bajo control estadounidense y la segunda (al igual que las de Maurepas y Sainte Anne) bajo dominio canadiense, es decir, francés.
Para añadir más confusión, en el mapa de Bellin también aparece la isla Maurepas cuyo perfil y dimensiones se corresponde con la isla de Michipicoten, la cual en realidad se encuentra en el Lago Ontario. Otro error al que hay que añadir muchas otras imprecisiones. Todo, en suma, habla muy mal del rigor cartográfico del francés.
La falsa creencia en la existencia de estas islas fantasma se vino abajo en la década de los años 20 del siglo XIX, a raíz de una serie de expediciones financiadas por el gobierno de Estados Unidos para explorar a fondo la región de los Grandes Lagos.
El mapa de Bellin quedó completamente descartado en 1824. La principal razón fue que, además de incluir información errónea, muchas de sus referencias como los topónimos de «Lago de los Bosques» o «Lago Largo» no pudieron ser identificadas.