Los portulanos
Durante la Edad Media, antes del desarrollo de la cartografía moderna, los principales mapas utilizados para la navegación eran las cartas portulanas, también llamadas simplemente portulanos.
En los siglos XIV y XV la importancia de los portulanos fue vital para el comercio y la navegación, especialmente en el Mediterráneo. La clave de su éxito es que permitía a los navegantes orientarse usando la brújula y localizar la distancia entre los puertos y puntos de referencia más importantes.
A primera vista, un portulano tiene el aspecto de un mapa normal, aunque presenta importantes diferencias. En primer lugar, en lugar de paralelos y meridianos, presentan una retícula trazada a partir de los rumbos marcados por una rosa de los vientos.
Por otra parte, aunque se trata al fin y al cabo de un mapa a escala, las distancias son expresadas en leguas.
El dibujo de la línea de costa donde se ubican los puertos es fiel a la realidad, aunque se exageran los accidentes litorales de forma intencionada. También se añadían a su diseño elementos decorativos que proporcionaban información geográfica, histórica, política y científica. En muchas ocasiones se representaban también territorios aún inexplorados sobre los que el cartógrafo dibujaba detalles reflejando las creencias y suposiciones de los sabios de la época.
Durante siglos, las cartas portulanas fueron documentos de gran valor estratégico y económico, aunque también fueron considerados objetos de prestigio, más valorados por su espectacularidad y estética que por su valor cartográfico.
Portulanos según su procedencia geográfica
Las cartas portulanas se suelen dividir en tres grandes grupos según el lugar donde fueron elaboradas: portulanos italianos, mallorquines y portugueses.
Portulanos italianos
Se confeccionaron principalmente en Génova, Venecia y Roma. La más antigua e importante de estas cartas de navegación es la llamada Carta Pisana, que se conserva en la Biblioteca Nacional de París. Otros portulanos italianos destacados fueron la Carta de Carignano (hoy desaparecida), así como los portulanos elaborados por el genovés Pietro Vesconte, Francisco Pizigano, Beccario, Canepa y los hermanos Benincasa.
Portulanos mallorquines
La escuela mallorquina aportó algunas novedades como las cartas náutico-geográficas, creación del judío mallorquín Cresques Abraham. Su obra más famosa fue un mapamundi (conocido también como Atlas catalán), elaborado en el año 1375 y conservado actualmente en la Biblioteca Nacional de París. Este mapa del mundo conocido en aquella época fue dibujado sobre doce tablas, unidas unas a otras por pergamino. Por primera vez se plasmó en un mapa las informaciones sobre el continente asiático que llegaron a Europa gracias a exploradores como Marco Polo, Jordanus y otros.
Portulanos portugueses
Las cartas portulanas portuguesas se desarrollaron sobre la base de los portulanos mallorquines, aunque rápidamente se quedaron obsoletos cuando los descubrimientos de los navegantes españoles y portugueses precisaron otras necesidades que los viejos portulanos ya no podían cubrir.
En el mismo periodo histórico, dentro del mundo árabe, se desarrollaron también muchas cartas portulanas centradas sobre todo en el Mediterráneo. El famoso y enigmático mapa de Piri Reis (1513) es también un portulano en el que se representaron algunos territorios americanos recientemente descubiertos y otros que aún no habían sido explorados, aunque descritos con una asombrosa fidelidad.