Lagos sin nombre de Canadá
Canadá es el país con más lagos del mundo. Se estima que en su territorio hay más de dos millones de lagos de distinto tamaño, lo cual supone en total el 60% de todos los lagos que existen en el mundo. Más que todos los lagos del resto de países del planeta unidos. Muchos de estos lagos, alrededor de 90.000, están situados en regiones remotas y solo exploradas superficialmente. Son lagos que ni siquiera tienen nombre.
La mayoría de estos lagos son de origen glacial. Durante milenios, los glaciares cavaron grandes agujeros y cavidades en el suelo canadiense. Al retirarse el hielo, estos huecos fueron rellenados por al agua de la lluvia y de corrientes subterráneas.
Navegando por Google Maps podemos descubrir innumerables ejemplos de lagos sin nombre a lo largo y ancho de Canadá. No se trata de un error de la aplicación, pues incluso los mapas geográficos oficiales que elabora el gobierno canadiense, que contienen la más exhaustiva información, presentan muchas manchas azules sin nombre.
Aunque esta situación puede resultar estimulante para quienes sostienen que en nuestro planeta hay todavía mucho por explorar y descubrir, en realidad supone muchos problemas prácticos desde el punto legal a la hora de establecer límites para explotaciones mineras o madereras, así como derechos de pesca, entre otras cosas.
Ya en el año 1897 se estableció en el país la Junta de Nombres Geográficos (Geographical Names Board of Canada) para poner orden en un territorio tan inmenso y prácticamente deshabitado como es Canadá más allá del paralelo 50º N. Las olas migratorias que recibió el país, atraídas por el poderoso reclamo de la fiebre del oro en el territorio de Yukón, dejó claro que era necesario imponer una estandarización y evitar de este modo conflictos y confusiones en las concesiones de permisos y derechos de explotación.
El problema que se presenta en la actualidad es que los nombres originales de muchos de estos lagos, bautizados por los pueblos indígenas norteamericanos, se están perdiendo a medida que fallecen las personas de mayor edad que conocen los topónimos.
Gracias a una iniciativa de la provincia de Manitoba, en los años 50 del siglo pasado se empezó a bautizar a los lagos anónimos de este territorio con los nombres de militares canadienses caídos en las guerras mundiales. Aun así, muchos de estos nombres no han arraigado más allá de los mapas oficiales. Ni siquiera la idea ha sido imitada por otras provincias del país.