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La muralla verde del Sahel

Publicado por Daniel Terrasa

La Gran Muralla Verde del Sahel es un proyecto liderado por la Unión Africana. Fue inicialmente concebido como una forma de combatir la desertificación en la región del Sahel y detener la expansión del Desierto del Sáhara hacia el sur.

El Sahel es una región de África que se extiende de este a oeste desde Sudán hasta las costas de Senegal, en el Océano Atlántico. Forma una especie de cinturón de 5.400 kilómetros de longitud a lo largo del continente, marcando el límite meridional del desierto del Sáhara y separándolo de la región de las sabanas centroafricanas.

El proyecto de la Gran Muralla Verde es una respuesta al efecto combinado de la degradación de los recursos naturales y la sequía en las zonas rurales de esta parte de África.

El origen de la idea se remonta al año 1950, cuando el explorador británico Richard St Barbe Baker propuso plantar árboles para crear un largo frente en el límite meridional del desierto. Su propuesta, que no fue tomada en consideración en su momento, fue recuperada en el año 2005 por la Conferencia de Líderes y Jefes de Estado miembros de la Comunidad de Estados Sahel-saharianos. Dos años después, el proyecto cristalizó con el nombre de «Gran Muralla Verde» de la mano de la Unión Africana.

En el proyecto están implicados 18 estados africanos: Argelia, Burkina Faso, Benin, Chad, Cabo Verde, Djibuti, Egipto, Etiopía, Libia, Malí, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Somalia, Sudán, Gambia y Túnez. 

Algunos de estos países no están integrados geográficamente en la región del Sahel. Esto se debe a que el proyecto abarca la franja meridional del Sahara, con sus fronteras norte y sur, incluidos los oasis y otros enclaves externos como Cabo Verde.

Más allá de sus objetivos ecológicos, la Muralla Verde del Sahel pretende reforzar la economía de las regiones en las que incide, contribuyendo al desarrollo de las explotaciones agrícolas y reforzando las estructuras sociales de las comunidades de la región. El objetivo marcado para 2030 es el de restaurar 100 millones de hectáreas, crear 350.000 empleos rurales y absorber 250 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera.

Aunque la economía saheliana es fundamentalmente de tipo agrícola, en la región existen amplias zonas de pastoreo. Para ambas actividades son básicas las inundaciones de los ríos Níger y Senegal. También hay cultivos dispersos de mijo y cacahuetes, entre otros productos.

Además de la amenaza de la desertificación, el otro gran problema del Sahel en los últimos años es la inestabilidad política. El aumento de la violencia y la inseguridad (muy ligadas al terrorismo de corte islámico, aunque también a la delincuencia común) ha tenido un impacto muy negativo en los programas de desarrollo.

Ambos factores combinados han castigado con dureza a la economía de la región, por lo que millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y a emigrar a otros países.