La energía
Entre las necesidades que tiene la actividad industrial, la disponibilidad de energía es tan fundamental como la materia prima. En realidad la energía se puede considerar como un recurso más, y funciona casi del mismo modo. Pero la energía ha tenido un proceso de evolución que ha terminado por liberar la ubicación de la fábrica de la disponibilidad de energía.
Antes de la Revolución industrial toda la energía que se usaba era renovable: cursos de agua, vientos, madera y animales. El problema que tiene el uso directo de estas fuentes de energía es que es necesario situar la fábrica justo donde se encuentran, ya que, en general, no se pueden transportar. Esto limita mucho el desarrollo industrial, puesto que no se puede disponer de estas fuentes en el lugar donde nos interesa, ni en el momento en que queremos.
Con la invención de la máquina de vapor (James Watt-1767) la industria encuentra una fuente de energía que se puede transportar, librándose de esa estricta dependencia. Aún así la liberación no es total, ya que funciona con agua y carbón, y es en regiones donde estos recursos se encuentran en abundancia donde la máquina funciona mejor. Esta es la razón por la que las primeras regiones industriales se localizan en zonas húmedas con explotaciones de carbón cercanas: el Ruhr, Inglaterra, el norte de los Apalaches o Asturias.
La libertad de ubicación definitiva se consigue en el siglo XX, con el descubrimiento del manejo de la electricidad, que se puede crear y transportar a largas distancias y en grandes cantidades. Además, el abaratamiento de los transportes permite que otras fuentes de energía: carbón, petróleo y gas, se utilicen lejos de donde se extraen. De esta manera, cuando en la actualidad hablamos de fuentes de energía nos referimos a dos cosas, fundamentalmente: el petróleo, el carbón y el gas natural por un lado, y la producción de energía eléctrica por otro. No es que no existan otras fuentes de energía, pero su importancia económica y la capacidad para influir en el paisaje es mucho menor.
El carbón se utiliza bien directamente o bien para producir electricidad. Directamente se quema en calefacciones y en algunos hornos industriales antiguos. Está llamado a desaparecer. Como fuente primaria para la producción de energía eléctrica es más utilizado, pero sólo en regiones tradicionalmente mineras. La quema de carbón genera muchos residuos y muy contaminantes: CO2, SO, y gran cantidad de escorias.
El petróleo es la gran fuente de energía de nuestro tiempo. Para poder utilizarlo se necesario un proceso de refinamiento, en el que se consigue transformarlo en gasolina, gasoil, gas butano, propano, keroseno, pero también en muchos otros productos mucho más útiles: plásticos, parafinas, látex, asfalto, etc.; todos ellos mucho más rentables que la gasolina. Es imprescindible para el transporte por carretera y el marítimo, con la tecnología actual. Además, es la principal fuente de energía para producir electricidad.
El gas natural se utiliza directamente y como fuente de energía primaria para producir electricidad. Directamente se utiliza para calefacción, cocina, hornos industriales, etc. Es una tecnología mucho más limpia y eficaz que el carbón, pero el uso del gas natural necesita de una infraestructura muy compleja: un gasoducto que lleve el recurso desde su lugar de extracción hasta cada casa.
La fuente de energía básica, y la esencial en nuestros días, es la electricidad. Todo funciona, en mayor o menor medida con electricidad, y el problema es que no puede almacenarse, sino que hay que estar produciéndola exactamente en el momento en que se consume. La importancia de la electricidad merece que a ella se dedique un artículo separado.