La implantación de las nuevas tecnologías en el espacio
¿Quién y cómo toma la decisión de que se implanten las nuevas tecnologías? Algunas de las nuevas tecnologías se difunden gracias a las decisiones de los empresarios que actúan sobre un país. Las muy novedosas, que necesitan legislación nueva, dependen de los poderes públicos. Vemos, así, que la implantación de las nuevas tecnologías en el espacio dependen de decisiones del poder económico y político sobre su gestión, control, penetración social, etc.
La implantación de nuevas tecnologías puede modificar la estructura de la dominación económica sobre el espacio. Tradicionalmente el control económico del espacio dependía del acceso a los recursos materiales y los medios de producción, pero las nuevas tecnologías permiten producir sin que estos elementos tengan tanta importancia. Las nuevas tecnologías, especialmente las que están a mano de grandes cantidades de población y libres de patentes y copyright han creado todo un nuevo sector económico que se articula en el espacio bien reforzando los centros tradicionales, bien creando otros alternativos. La economía de la red está en pleno proceso de creación, y su articulación en el espacio geográfico está por definir. Su ordenación depende de factores ajenos a la ordenación del territorio tradicional, porque no se sabe qué hay que ordenar.
Las nuevas tecnologías permiten una gestión centralizada pero desconcentrada. Esta tendencia se observa claramente en la acción de los poderes públicos. Se crean organismos que gestionan bases de datos centralizadas y coordinadas para todo el país (e internacionales) pero ya no es preciso que se encuentren en las grandes capitales, cerca del poder político, por lo que se ubican en ciudades medianas y pequeñas haciendo disminuir la concentración de las instituciones en unas pocas urbes: centros de gestión de multas, archivos de delincuentes, centros de estudios de la implantación de la «sociedad de la información», gestión de ferrocarriles, etc.
La reorganización desconcentrada de la gestión implica una nueva distribución de trabajadores por el espacio geográfico. Estos son trabajadores especializados y de alto nivel cultural que van a demandar de su entorno servicios que no surgirían sin ellos.
Esta tendencia también se encuentra en el sector privado, pero tiene un sentido contrario. Se mantiene la desconcentración gracias a que aparecen iniciativas en numerosos lugares, y es estratégicamente rentable, pero la existencia independiente es muy difícil y los pequeños negocios triunfantes tienden a ser absorbidos por las grandes empresas. Al final todo el control de las nuevas tecnologías está en manos de unas pocas megaempresas, que establecen las condiciones de competencia.
La implantación de nuevas tecnologías tiene un impacto económico doble. Por un lado son baratas para crear pequeños negocios, pero su empleo masivo requiere grandes sumas de inversión inicial. Frecuentemente ideas que nace en pequeñas empresas y que se demuestran triunfadoras requieren dar el salto a una inversión mucho mayor. Aparecen así líneas de negocio para las empresas financieras, y en lugares que tradicionalmente no se consideraban para la inversión. Los éxitos de negocio notables generan el desplazamiento de sucursales de estas entidades hasta el entorno cercano a las nuevas empresas.
Las nuevas tecnologías vinculadas a la industria requieren de grandes inversiones, por definición. Aquí se impulsan sectores como el de la construcción, y también un cortejo de nuevas empresas que se harán necesarias para el mantenimiento y buen funcionamiento de las nuevas máquinas. La investigación se convierte, una vez más, en un factor decisivo de desarrollo.
Pero las nuevas tecnologías, especialmente las de la información, necesitan de una red física desplegada por el espacio para que se puedan desarrollar. En realidad se necesitan de dos redes superpuestas para que la información llegue hasta el último metro: la red eléctrica y la red telefónica, esta última complementada con puntos de transmisión por ondas. Donde no existe esta red física las oportunidades de desarrollo vinculadas a las nuevas tecnologías son imposibles, y crear esta red requiere de grandes inversiones bien por parte de los poderes públicos, bien bajo su control. Este hecho puede generar una fractura de desarrollo muy importante entre regiones con acceso y regiones sin él. Digo regiones y debería decir países, porque dentro de cada nación los poderes públicos procuran el acceso igual en todos los puntos, pero estos mecanismo de equilibrio no se da necesariamente entre países.
En este proceso el Estado, con sus inversiones y su legislación, se convierte en un árbitro decisivo. Su poder de controlar la implantación de las nuevas tecnologías permite que, dependiendo de su carácter democrático o no, estén más o menos controladas. No hay que olvidar que buena parte de las nuevas tecnologías nace con usos militares, totalmente controlados por el Estado, y que sólo más tarde pasan a formar parte de la vida cotidiana de la sociedad civil.
En suma, la implantación de las nuevas tecnologías en el espacio trastoca las relaciones de poder tanto económico como político. Permite desarrollos más equilibrados pero sólo si hay voluntad política. Una voluntad política que va desde la creación de la red física sobre la que corren las nuevas tecnologías, a las formas de control de su uso.