Karl Ritter
Karl Ritter es, con Humboldt, el gran creador de la Geografía moderna. Nació en Quedlinburg (Alemania) el 7 de agosto de 1779 y murió en Berlín el 28 de septiembre de 1859. A diferencia de Humboldt, Ritter no fue un explorador, aunque sí viajó por Europa. Esto no le impidió ocupar la cátedra de Geografía de su universidad Berlín, y ser uno de los fundadores de la «Sociedad Berlinesa de Geografía», que impulsaría la exploración de la Tierra y donde se recogerían los datos de los viajeros para hacer con ellos una ciencia.
De niño Ritter estudió escuela Schnepfenthal, centrada en el conocimiento de la naturaleza. Conoció a Bethmann Hollweg, un banquero de la ciudad de Fráncfort, que le patrocinó los estudios mientras hacía de tutor de sus hijos. Acompañó a la familia lo largo de todos sus viajes por Suiza, Saboya, Francia e Italia. Entre 1814 y 1819, como parte de sus labores, se instaló Göttingen, y comenzó a estudiar exclusivamente Geografía. En 1819 se convirtió en profesor de historia en Fráncfort, y en 1820 profesor en la universidad de Berlín y la academia militar.
Ritter aplicó a la Geografía el método científico. En la época la Geografía era poco más que una relación de enumeraciones y listados de nombres, o una descripción literaria de los países. Ritter se esforzó por establecer todo un conjunto de interrelaciones entre el medio físico y los seres vivos que sobre él habitan.
La gran obra de Ritter es «Las ciencias de la Tierra en relación con la naturaleza y la historia de la humanidad» (1817-1859). Se compone de diecinueve volúmenes en los que realiza una completa descripción geográfica tanto de África como de Asia. Se trata de una magna obra que no llegó a terminar.
Ritter concebía la naturaleza como un todo armónico en el que la sociedad se desarrolla. Escribió: «la geografía es un tipo de fisiología y de anatomía comparativa de la Tierra: ríos, montañas, glaciares, etc., son distintos órganos cada uno de los cuáles posee sus propias funciones, y, como éste marco físico es la base del hombre, determinándolo durante toda su vida, así la estructura física de cada país es un elemento decisivo en el progreso histórico de cada nación».
Karl Ritter se ocupó de estudiar la organización del espacio, el cómo y porqué el espacio se estructuraba de una manera y no de otra. Afirmaba: «cuanto más avanzamos en el conocimiento de la distribución espacial en la superficie del globo terrestre y cuanto más nos interesamos, más allá de su desorden aparente, en la relación interna de sus partes, más simetría y armonía descubrimos en él, y en mayor medida las ciencias naturales y la historia pueden ayudarnos a comprender la evolución de las relaciones espaciales».
La Historia aparece como uno de los saberes básicos para la Geografía, y es que esa organización del espacio geográfico (del paisaje) se remonta a siglos atrás y es necesario conocer su devenir.
Ritter se centra en el análisis de escala continental. Cada continente es analizado como un conjunto coherente. Establece las relaciones entre los objetos presentes en él, tratando de comprender su singularidad y las causas de su existencia. Así, se expresan las relaciones entre las condiciones naturales y el desarrollo histórico de los pueblos. Al final la pregunta de cuáles son las condiciones naturales que favorecen el desarrollo de los pueblos, terminará en determinismo natural.
Para explicar las relaciones entre fenómenos naturales y humanos, Ritter recurrirá a explicaciones que nos se ajustan la método científico que sí emplea en el resto de su obra. Así, por ejemplo, estudia las civilizaciones europeas y explica su triunfo vinculándolo a la forma del continente, sus costas recortadas y la presencia del mar. Asume que la presencia del hombre sobre la Tierra tiene un objetivo, establecido por Dios; y esto determina la historia del ser humano. Esto no debería hacernos olvidar que Ritter reconoció claramente que las relaciones que se establecen en el medio natural se ven modificadas a causa de la intervención humana. A la postre esto será lo que distinga específicamente a la Geografía del resto de las ciencias de la Tierra.
Las relaciones entre el espacio y las sociedades que lo habitan crean una rama de la Geografía que tiene implicaciones políticas. Desgraciadamente estas relaciones, unidas a las ideas racistas y nazis dieron lugar a la teoría del «espacio vital» o lebensraum, incluso a costa de la eliminación de otra nación o pueblo, de manera que la conquista es una necesidad biológica para el crecimiento del Estado. Con esta base se promovió el imperialismo decimonónico y terminó como justificación de la segunda guerra mundial y la barbarie nazi.
Muy lejos de estas interpretaciones absurdas de su Geografía, Ritter se dio cuenta de la importancia que tenía el conocimiento geográfico para organizar un territorio con eficacia, en definitiva, para gobernarlo.