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El supercontinente Kenorland

Publicado por Daniel Terrasa

KENORLAND

Kenorland es uno de los primeros supercontinentes de los que se tienen constancia en la larga historia geológica de la Tierra. Se formó hace unos 2.700 millones de años y desapareció nace 2.100 millones de años. Dentro del ciclo supercontinental, es anterior al supercontinente Columbia y posterior a los paleocontinentes de Ur y Vaalbara.

El antiguo supercontinente de Kenorland fue bautizado así por la orogenia de Kenora (también llamada orogenia de Algoman), que a su vez recibe su nombre de la ciudad canadiense de Kenora. Su reconstrucción teórica fue posible gracias a la información obtenida a partir de su orientación paleomagnética, los enjambres de zanjas volcánicas y la secuencia de secuencias estratigráficas similares en diferentes puntos del planeta.

Los mismos estudios han llegado a la conclusión de que el supercontinente se formó de manera gradual en un lento proceso de acreción, registrados por ejemplo en el cratón de Yilgarn, Australia y su cinturón de rocas verdes. Sin embargo, entro de la geología existe una corriente que considera que es imposible certificar la existencia de masas supercontinentales anteriores a Pannotia.

Las grandes masas continentales que formaron Kenorland son las mismas que comprendió lo que eones más tarde se convertiría en Laurentia (el núcleo aproximado de lo que hoy es América del Norte y Groenlandia), Báltica (Escandinavia y región del Báltico), Australia Occidental y Kalaharia o África del sur. También incluyó porciones terrestres que hoy forman parte de Europa.

La fragmentación de Kenorland y sus consecuencias

Se cree que Kenorland debió localizarse en latitudes bajas, a lo largo de la línea del ecuador y no mucho más allá de la zona intertropical. Sin embargo, durante su ruptura, los fragmentos continentales que se desprendieron de los cratones del núcleo se desplazaron hacia los polos, dado lugar a la formación de un gran océano entre las masas de tierra meridionales y septentrionales.

El proceso de fragmentación se inició hace 2.400 millones de años y concluyó 300 millones de años más tarde. Esta desintegración coincidió con el periodo de glaciación más largo y antiguo registrado por la geología, la glaciación huroniana, que duró cerca de 60 millones de años. Esta glaciación conllevó una extinción masiva de vida en el planeta, que entonces se hallaba todavía en fase unicelular.

La definitiva disgregación de Kenorland tuvo importantes consecuencias para el planeta. El clima general abandono su continentalidad y, a incrementarse la influencia marítima, causó un incremento general de las precipitaciones y de la erosión. Por otra parte, provocó una fuerte reducción de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera.

De esta manera, la reducción de los gases de efecto invernadero unida a la baja radiación solar (estimada en un 85% menos que la actual), las temperaturas planetarias se desplomaron por debajo de los 0º C, un escenario que los paleoclimatólogos han descrito como «planeta bola de nieve».