Cartografía de los fondos oceánicos
Aunque nos encontremos en la era de la información y prácticamente todo el planeta ha sido ya explorado, se estima que cerca del 56% de la superficie de la Tierra aún no se ha cartografiado. Y dentro de ese porcentaje, la parte más grande (el 80%) corresponde al fondo del océano.
Pero también esta última frontera va a ser conquistada en breve. Gracias a los nuevos avances tecnológicos, es probable que para 2030 toda esta superficie estará ya cartografiada.
En el mapa que encabeza el post se ilustra la situación actual: las áreas iluminadas son las que ya están mapeadas. En cambio, las zonas de sombra sólo conocemos algunos datos como el relieve general la cota de profundidad.
La distribución de las zonas de luz y de oscuridad reflejan el progreso de a cartografía submarina. Las líneas de color azul claro representan las principales rutas marítimas, bien trazadas y conocidas. En este sentido, el país que más y mejor ha explorado sus aguas territoriales es Japón, seguido del Reino Unido, Noruega y Nueva Zelanda.
Seabed 2030
En estos momentos la proporción del fondo oceánico total del mundo que se ha cartografiado en detalle es del 20,6%. Esta cifra significa un considerable avance (en 2017 solamente era el 6%) y se la debemos al proyecto Seabed 2030, cuyo objetivo es completar el mapa para el año 2030.
Seabed 2030 cuenta con la ayuda y financiación de muchos gobiernos, empresas e instituciones. Las más importantes son la Fundación Nippon y la Carta Batimétrica General de los Océanos (GEBCO). Además, dispone de una curiosa plataforma de crowdsourcing a la que cualquier embarcación del mundo, por pequeña que sea, puede contribuir aportando datos y mediciones propias.
El objetivo del proyecto es reunir todos los datos batimétricos disponibles para producir un mapa definitivo, completo y de acceso abierto del fondo oceánico del mundo para 2030.
En su labor de mapeo, Seabed 2030 utiliza embarcaciones de superficie sin tripulación (USV), esencialmente drones submarinos, que se despliegan para cartografiar partes cada vez más grandes del océano.
¿Por qué es tan importante tener un mapa del fondo oceánico? Los motivos son muchos: sed de conocimiento, investigación científica, mejoras en la navegación… Conocer el relieve de las profundidades oceánicas es esencial para desplegar cables, tuberías y otra infraestructura submarina. Facilitará la detección y protección de la biodiversidad marina, además de la comprensión de la dinámica de las corrientes y, por tanto, también de los patrones meteorológicos y el cambio climático.
Si los planes se cumplen, hacia el año 2030 ya podremos afirmar sin temor a equivocarnos que definitivamente no quedará ni un metro cuadrado de la superficie del planeta sin explorar y cartografiar.