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Ideas y políticas demográficas

Publicado por Santiago

Mercado localMucho antes de que el estudio de la población se convirtiese en ciencia, los economistas del siglo XIX ya estudiaban la relación que existe entre la población y la economía, en especial si los recursos económicos serían suficientes para una población creciente. Desde el principio se diferenciaron dos posturas: las que afirmaban que el crecimiento económico y el aumento de la productividad permitirán un crecimiento demográfico continuo; y las que creían que el crecimiento económico tiene un límite, ya que el crecimiento demográfico terminará por ser superior al económico, y no habrá recursos para todos.

Entre los que sostenían que el crecimiento económico permitiría el crecimiento demográfico estaban los socialistas y los marxistas. En el siglo XIX consideraban que no es posible solucionar los problemas de subsistencia y pobreza del proletariado mientras la burguesía acumula un capital que pertenece al trabajador. Se concebía como un problema de distribución y de justicia social. No se puede pensar en reducir la natalidad del proletariado mientras la riqueza esté mal distribuida.

Entre los abanderados de la hipótesis de que el crecimiento económico tiene un límite, porque la población necesitaría de más recursos de los disponibles, se encuentra Malthus. En su «Ensayo sobre el principio de población» expone sus ideas clave. Según Malthus, la progresión del crecimiento de la población es, o puede ser, geométrica, mientras que el crecimiento de los recursos agrícolas no puede ser más que aritmético, Malthus sólo se ocupó de la relación entre población y recursos agrícolas, pero su razonamiento se puede aplicar al conjunto de la economía. Este desfase en el ritmo de crecimiento de la población y la economía provocará, a la larga, problemas de subsistencia. La única manera de evitar esto es tomando medidas para reducir el crecimiento demográfico.

Si bien estos argumentos son ciertos para un determinado estado de la tecnología, lo cierto es que el desarrollo económico impulsó el científico, y este mejoró la productividad, permitiendo que con menos recursos se consiguiese más producto final. Así, desarrollo económico y crecimiento de la población han ido de la mano en perfecto equilibrio.

Estas teorías han generado dos tipos de políticas con respecto a la población: las natalistas y la antinatalistas o maltusianas. Aunque en principio se podría pensar que las políticas natalistas son propias de ideologías de izquierda y las antinatalistas liberales lo cierto es que que han sido asumidas indistintamente por ambas según sus intereses coyunturales.

Los nacionalismos han tendido a afirmar que la riqueza de un pueblo está en sus hombres, por lo que era necesario fomentar el crecimiento de la población. Además, esto les permitía tener fuerza de trabajo disponible.

Las políticas antinatalistas se fomentan, frecuentemente, en los países del Tercer Mundo, con problemas graves de desarrollo y superpoblación. Los escasos recursos no permiten mantener grandes contingentes de población, y las autoridades tratan de convencer a sus ciudadanos de la conveniencia de tener pocos hijos. Sin embargo, esto se consigue, de manera efectiva, gracias a los métodos anticonceptivos, y estos son caros o chocan con trabas y tabúes religiosos y sociales.

Las políticas natalistas las encontramos en la actualidad en los países desarrollados con bajas tasas de fecundidad, problemas de envejecimiento y que no desean recurrir a la inmigración. Sin embargo, en estos países, las medidas maltusianas son una tendencia social que están por encima de las políticas.

Las políticas natalistas fueron comunes en los antiguos países socialistas, de la órbita de la Unión Soviética. El triunfo del socialismo dependía del número de socialistas, que podrían extender la Revolución.

El caso paradigmático de país con política antinatalista es China, un Estado socialista pero con la mayor población del mundo, y con muchos problemas para mantener el nivel de desarrollo.

En el fondo, todas la políticas tratan de encontrar un equilibrio entre población y desarrollo económico que depende mucho más del funcionamiento del mercado que de las políticas de los gobiernos.