Gestión responsable de la basura
La gestión responsable de la basura significa implicar a las personas individuales en un problema del que somos parte todos. Todos desechamos a diario ingentes objetos que se convierten en basura, y sólo cuando los individuos hagan esfuerzos positivos para evitarlo cambiará la consideración social que quien no los hace. Los que realizan esfuerzos por mantener limpio el planeta no tolerarán que una minoría sean grandes derrochadores.
Lo básico de la gestión responsable de la basura es el consabido lema de «reducir, reutilizar y reciclar». El objetivo final es que la basura no exista, o se reduzca al mínimo imprescindible.
Reducir implica disminuir la cantidad de objetos desechados, procurando que tengan una vida más larga. Además, ha de haber una demanda a la industria para que no sirva sus productos con elementos superfluos, como diversos embalajes, etc., y que estos sean susceptibles de ser reciclados.
Reutilizar implica tratar de que los objetos tengan más de un uso, especialmente cuando el uso principal ha terminado.
Reciclar implica devolver al sistema productivo aquellos objetos que sirvan, tras un proceso de semielaboración, como materia prima para la industria.
El reciclaje es la parte del proceso que más avanzada está, y frecuentemente tapa las otras dos. Esto se debe a que el reciclaje, fuera de la fabricación del compost casero, no se posible sin la concurrencia de la autoridades, ya que el proceso comienza con la recogida selectiva de las basuras.
En la actualidad la recogida selectiva de basura se hace en cuatro grandes grupos: papel, vidrio, envases y pilas. Además existen los puntos limpios, que son centros de recogida selectiva que se ocupan de objetos especializados, como electrodomésticos, muebles, aceites, tubos fluorescentes, radiografías, etc.; y los centros de desguace vehículos.
Cada día son más comunes los centros de tratamiento de residuos sólidos urbanos, donde se separa la basura selectivamente, para aumentar la tasa de reciclaje. La basura se trata para que su impacto en el medio sea mínimo.
El problema de la recogida selectiva de residuos es complejo. Todo el sistema funciona, en teoría, muy bien cuando la clasificación es eficiente y masiva, pero esto no siempre es posible. Que los residuos contenidos en un depósito especializado sean sólo del tipo que les corresponde depende del civismo y la cultura de la sociedad. No siempre es fácil saber qué residuos corresponden a qué contenedor, y no siempre es posible evitar que, por despiste, se arrojen residuos de una clase en el contenedor de otra. Esto obliga a reclasificar las basuras recogidas, de nuevo, en la planta de procesamiento.
La correcta clasificación empieza por tener diversos recipientes en casa, donde separar las basuras cotidianas, las que irán a los contenedores especializados.
El contenedor verde es el de basuras heterogéneas, y aquí deben ir, principalmente, los residuos orgánicos.
El contenedor con forma de iglú es el destinado a recoger el vidrio. Puede haber un contenedor para el vidrio blanco y otro para el de color. La recogida de vidrio es la más eficaz.
El contenedor de color azul es para el papel, los cartones y la celulosa en general, pero aquí no deben de ir los papeles que tengan restos orgánicos, como las servilletas de papel o los pañales usados, estos deben de ir al contenedor verde.
El contenedor amarillo es el de los envases. Aquí deben de ir los objetos metálicos y plásticos, y en general todos los derivados del petróleo como el poliespan, los tetrapack, etc.
Las pilas se recogen bien en pequeños contenedores callejeros, bien en las propias tiendas donde se venden. Todas las pilas son peligrosas, debido a los ácidos que contienen, pero especialmente nocivas son las pilas de botón.
También existen contenedores que son menos habituales en nuestras ciudades: ropa, aceite de cocina, etc. De no existir estos contenedores estas basuras deberían llevarse al punto limpio.
Una recogida selectiva muy especializada es la de los medicamentos, que debe de hacerse en puntos concretos, generalmente sitos en las propias farmacias. Aquí deben depositarse todas las medicinas sobrantes y caducadas, y también todos los envases que las han contenido, ya que quedan en ellos restos del medicamento. Los medicamentos son residuos peligrosos que necesitan de tratamientos especiales y cuidadosos.