El relieve volcánico
El relieve volcánico se desarrolla sobre los grandes edificios volcánicos. Sólo los volcanes más recientes y simples tienen un único cono volcánico en la cumbre. Lo normal es que, a lo largo de la historia, el volcán haya tenido muchas erupciones, y aparezcan conos volcánicos en varias partes del edificio, y no sólo en la cumbre. Además, una vez expuestos, comienzan a sufrir los embates de la erosión.
Aparte de las que aparecen en los conos volcánicos, tres son las grandes formas volcánicas: las derivadas de las coladas de lava, los depósitos piroclásticos y las calderas volcánicas.
Las coladas de lava
La colada de lava son depósitos de lava ya enfriada. Como hemos visto dependiendo de la viscosidad de las lavas la pendiente de los volcanes será mayor o menor. Pero además, según se hayan enfriado, y de los gases que lleven en el interior tendremos unas formaciones u otras.
Al enfriarse las lavas adquieren forma prismática, formándose columnas, tubos de órgano y calzadas de gigantes, de planta poligonal. No obstante, para que estas formas sobresalgan deben haber sufrido un proceso de erosión.
Si la lava es pobre en gases cuando se enfría crea superficies lisas llamadas pahoehoe, pero si tienen muchas burbujas de gases se forman superficies erizadas como puntas llamadas aa.
En las lavas aa podemos encontrar protuberancias bastantes grandes llamadas hornitos. A través de ellos puede surgir la lava, aún sin enfriar, que se encuentra debajo.
En ocasiones las lavas pahoehoe se enfrían en forma de cordón, formando depósitos semejantes a grandes bobinas de cuerdas.
Si el río de lava se enfría antes en el exterior que en el interior, la parte interna continúa fluyendo y se forma un túnel de lava, más o menos largo.
Cuando la lava se enfría por el contacto con el agua del mar aparecen formas almohadilladas, producto del enfriamiento repentino de grandes bloques.
Las lavas tienden a rellenar las grietas y las depresiones del terreno. En general son más resistentes a la erosión que los materiales sobre los que se aloja. La erosión, posteriormente, deja esta lava en resalte, en forma de pitones, mesas y muros.
Las lavas más viscosas se consolidan muy cerca del foco de emisión, casi sin fluir. Se forman así, domos y agujas volcánicas.
Los depósitos piroclásticos
Los piroclastos, a diferencia de las lavas, caen en el entorno del volcán desde el aire. Se distribuyen de una manera muy lógica. Las bombas y las escorias (los piroclastos de mayor tamaño) caen tanto más lejos cuanto más pequeñas sean. Las cenizas, por el contrario, mucho más pequeñas, se mantienen más tiempo en el aire, así, caen encima de bombas y escorias cubriéndolas. Además, su distribución depende de la dirección del viento en el momento de la erupción.
En ocasiones densidad de los gases, que arrastran grandes cantidades de piroclastos, generan las coladas piroclásticas, que corre ladera abajo a velocidades muy altas.
La caldera volcánica
Algunas veces la violencia de la erupción es tan fuerte que, literalmente, vuela la cima del volcán, la cámara magmática se queda vacía por el esfuerzo y el edificio volcánico se cae sobre ella. Se forman así las grandes calderas volcánicas. Su aspecto es parecido a un cono volcánico, pero de mayores dimensiones y con conos volcánicos secundarios en su interior.
Los volcanes más explosivos son los del tipo maar. Un volcán maar es aquel cuyo cono está un poco por debajo del agua. Casi todos los conos volcánicos con el fondo del cráter frío, alojan en su interior un lago más o menos grande. Este lago se evapora con el calor del magma antes de una erupción. Pero cuando la cantidad de agua es superior a lo que el calor puede evaporar el vapor agua se mezcla con los gases del volcán y multiplica su poder explosivo.