Tundra
Se denomina tundra al bioma de suelo helado, sin vegetación arbórea como consecuencia del frío glacial. Los suelos, cubiertos de musgos y de líquenes, son, en su mayoría, turberas.
La tundra se encuentra en el Hemisferio Norte, en Siberia, al norte de Canadá, sur de Groenlandia, Alaska y en la costa del ártico europeo; mientras que en el Hemisferio Sur, se encuentra en el extremo sur de la Argentina y de Chile, Georgia del Sur, Kerguelen y en las costas de la Antártida.
La tundra se extiende a lo largo de un quinto de las masas territoriales, y se encuentran entre los meridianos de los 45° y los 60° de ambos hemisferios. Debajo de estas latitudes, proliferan los bosques de coníferas, especialmente en el hemisferio Norte; y en el Hemisferio Sur, los bosques y la selva húmeda fría de fagáceas y de coníferas australes.
En el Tíbet y en diversas montañas tropicales existen también regiones de tundra, generadas por la altura.
Hay dos tipos de tundra: la alpina y la ártica. La alpina, también llamada de alta montaña, se encuentra en las zonas de montaña; en cambio, la ártica se encuentra en regiones bajas donde se junta agua y donde crece vegetación.
Situación y clima
Estas regiones, cercanas a los polos, presentan inviernos de muy bajas temperaturas, con nevadas frecuentes y veranos frescos y cortos, con algunas lluvias. Las bajas temperaturas invernales contribuyen a cubrir los suelos con hielo y nieve, mientras que, durante los veranos, en los que las temperaturas varían de 0° a 10°, los deshielos convierten las zonas en pantanos y turberas.
El permafrost es un factor clave en la formación de la tundra, ya que mantiene el suelo permanentemente congelado a varias profundidades. Esta capa congela casi por completo el suelo, lo que impide el crecimiento profundo de raíces arbóreas y limita la vegetación a musgos y líquenes.
Este fenómeno es fundamental para entender por qué los árboles no pueden prosperar en estas regiones tan extremas del mundo.
Carbono
Más de la tercera parte del carbono se encuentra en las zonas de tundra y de taiga. Cuando el permafrost se deshiela, libera el carbono en forma de dióxido de carbono. En la década de los 70, la tundra era un yacimiento de carbono, pero hoy se lo considera una provisión de carbono en estado gaseoso.
El cambio climático está alterando el ecosistema de la tundra, acelerando el deshielo del permafrost. Esto no solo libera cantidades significativas de dióxido de carbono a la atmósfera, sino que también está provocando el desplazamiento de algunas especies hacia el norte, donde las temperaturas son más adecuadas para ellas.
Estudios recientes muestran que los límites de la tundra continúan cambiando a medida que aumenta la temperatura promedio global.
La actividad humana también afecta la tundra, principalmente a través de la extracción de recursos y la contaminación.
Esto presenta desafíos importantes para la conservación de estos ecosistemas frágiles. Existen iniciativas locales e internacionales dedicadas a monitorear y proteger la tundra, buscando preservar su biodiversidad y su función clave en la regulación del clima global.
Fauna
La fauna de la tundra necesita protegerse de los inviernos crudos, para lo cual han desarrollado diferentes mecanismos de regulación de temperatura corporal. Algunos animales desarrollan espesos pelajes acompañados de abundante grasa subcutánea; otros construyen pasajes en la nieve y, los demás, migran en las temporadas frías, como el caribú y el reno. Los insectos acuáticos y ápteros abundan, pero los reptiles y los anfibios no ocupan estas tierras.
Los animales que habitan en la tundra han desarrollado adaptaciones especiales para sobrevivir en estas condiciones adversas.
Por ejemplo, las aves como los gansos nivales emigran largas distancias para evitar el frío extremo. Asimismo, mamíferos pequeños a menudo tienen cuerpos compactos y extremidades cortas, características que les ayudan a conservar el calor.
Flora
Las bajas temperaturas también influyen en la vida vegetal. El agua, que permanece congelada gran parte del año, no es accesible para la mayoría de las plantas y los nutrientes minerales son escasos como consecuencia de la baja densidad de vegetación. En las zonas donde las temperaturas son por debajo de los 10° en invierno y los períodos sin hielo inferiores a los tres meses, el crecimiento de árboles es escaso, predominando los líquenes y musgos. Estos no superan un estrato de 10cm de altura, en general debido a la adaptación a este hábitat donde, la inclemencia de los fuertes vientos que azotan estas regiones, genera vegetación que se mantiene al ras del suelo para poder sobrevivir.