Ciclo hidrológico
El conocido astrónomo y divulgador científico Carl Sagan relató hace tiempo que la tierra tenía características similares a las de un punto azul pálido. Las numerosas imágenes que se obtuvieron de la tierra vista desde el espacio con el tiempo fueron fundando esta metáfora. Estas imágenes nos brindan la posibilidad de observar como nunca antes a nuestro planeta y analizar todos sus terrenos y también sus océanos, mares, ríos y lagos azules, inclusive los grandes glaciares y las nubes.
El ciclo del agua es fundamental para la regulación del clima de la Tierra, influyendo tanto en la temperatura como en los patrones meteorológicos. El vapor de agua en la atmósfera actúa como un gas de efecto invernadero, absorbiendo y emitiendo radiación térmica, lo que afecta al balance energético del planeta. Las nubes, formadas por el agua evaporada, regulan la cantidad de energía solar que alcanza la superficie terrestre, contribuyendo así a la estabilidad climática.
El agua puede ser encontrada en el planeta tierra en estado sólido, líquido o en forma de vapor. El cambio de estados puede depender de diversos factores como la radiación solar, que produce una evaporación del agua, la transforma en vapor y así trasvasa los entre los diferentes reservorios. Este proceso es conocido como ciclo hidrológico e involucra un gran intercambio de materia y de energía entre la atmósfera, los océanos y la tierra firme.
Este ciclo es el principal aporte que tiene el planeta tierra para que el agua se encuentre en constante redistribución en todo el planeta y asumiendo diferentes estados. Esta redistribución no es pareja en todo el planeta y varía según el tiempo, sin embargo es la encargada de que el agua dulce llegue a zonas habitadas y pueda ser potabilizada. Durante miles de años este proceso ha sido el encargado de proveer de agua para las civilizaciones.
El ciclo hidrológico también desempeña un papel importante en los procesos geológicos que modelan la superficie de la Tierra. La erosión causada por el agua de lluvia contribuye a la formación de valles y cauces de ríos, a medida que el agua arrastra sedimentos y modela la geografía. Los glaciares, que son grandes masas de hielo sólido, tallan paisajes a través de la erosión, dejando atrás formaciones como fiordos y morrenas.
El principal accionar de este ciclo es la evaporación del agua que se genera gracias a la energía solar, así el agua pasa de estar en estado líquido a ser vapor, lo que al subir a la atmósfera y producto de la gravedad se traduce en lluvia y precipitaciones. Una vez que el agua cae vuelve a los océanos y si se encuentra en zonas frías o polares pasa a tomar estado sólido.
Las actividades humanas, como la deforestación y la urbanización, alteran los procesos naturales del ciclo del agua. La extracción excesiva de agua subterránea reduce los niveles de acuíferos, afectando la disponibilidad de agua dulce. Además, la contaminación y la modificación de cuerpos de agua para la agricultura alteran la distribución y calidad del agua, influyendo en el balance del ciclo hidráulico global.
A continuación presentamos y explicamos las tres fases que componen el ciclo hidrológico:
1) Evaporación: El agua pasa de su estado líquido a vapor debido a la acción del sol sobre ella, que le genera calor. El vapor sube a la atmósfera y pasa a formar parte de las nubes que normalmente vemos en el cielo. El agua tiene la capacidad de pasar entre sus tres estados posibles continuamente y sin perder sus propiedades.
2) Precipitaciones: Una vez que el agua forma parte de las nubes la gravedad la atrae hacia la tierra hasta que el peso mismo del agua hace que caiga en forma de lluvia, nieve o granizo, dependiendo la zona y la época del año. Las lluvias ayudan a llenar lagos y ríos.
3) El agua que ha caído en forma de lluvia penetra en las pequeñas grietas del terreno hasta las napas. Parte de esa agua es bebida por las civilizaciones y además colabora en la nutrición de las plantas y los paisajes, manteniendo vivas las plantas. En el caso de la nieve y el granizo la filtración suele tardar meses en zonas muy frías ya que el agua permanece congelada con temperaturas menores a los cero grados centígrados.