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Transformaciones del medio natural por el hombre

Publicado por Santiago

Paisaje cultivadoEl éxito biológico de nuestra especie se debe, entre otras cosas, a que ha sido capaz de usar de la naturaleza para obtener alimento, vivienda, vestido, etc. De todo lo que hay en la naturaleza hemos utilizado tan sólo un poco. Para que las especies que nos son útiles tengan ventaja sobre las que no lo son hemos tenido que modificar el medio, a veces de manera radical.

Las primeras intervenciones decisivas en el medio natural se producen en el Neolítico, con la invención de la agricultura y la ganadería. El cultivo de determinadas especies en lugares concretos implica que se deben suprimir del área de cultivo todo lo que no sea el trigo o el arroz que nos interesa. Así, especies que eran parte del cortejo de la especie dominante se convierten en mucho más abundantes, y logran crear un paisaje: el paisaje agrario.

Dos son las técnicas utilizadas en el Neolítico para lograr esto: el fuego y la roza; y con instrumentos como el arado y la azada. Esta técnica consumía rápidamente la capacidad del suelo para producir, por lo que había que dejarlo descansar de vez en cuando. El barbecho es el período en el que una tierra de labor se deja sin cultivar para que la tierra recupere su feracidad. Estas tierras podían servir para el pasto de ganado. Todo ello implica una organización social muy elaborada, que logra mantener los usos del suelo.

En este sistema, el bosque es tan fundamental como las tierras de labor. De él se extrae madera y frutos que, por su abundancia, no se cultivan. El uso del bosque precisa de un proceso de aclaramiento, en el que se suprimen las especies menos útiles y se introducen otras que proporcionaban más recursos. A lo largo de los siglos, la sociedad y la naturaleza van alzando un cierto equilibrio en el que la especie humana cuida de la naturaleza para que le dé sus frutos. El ejemplo más elaborado y equilibrado es la dehesa mediterránea, un sistema de explotación de la naturaleza en el que el hombre obtiene de ella todo lo que necesita y la naturaleza puede desarrollarse con todo su potencial.

No siempre en la naturaleza circundante se encuentran las especies apreciadas por la sociedad para su alimento. Se hace necesaria la introducción de nuevas especies, de unas biocenosis en otras. Así, la extensión del trigo en el Mediterráneo, el arroz en Asia o el mijo en África, responde a esta necesidad. En tiempos de los romanos se difunde por todo su imperio el castaño y la vid. Pero en todos estos casos la biocenosis básica era la misma. Esto cambia tras el descubrimiento de América. El traspaso de especies entre los dos lados del Atlántico es intesísimo, y son especies pertenecientes a biocenosis totalmente diferentes, tanto que necesitan de un proceso de aclimatación. Especies como el trigo, la vid, el café, la caña de azúcar, etc., pasan de Europa a América y el tomate, la patata, el maíz, etc., hacen el viaje contrario. De esta manera aumenta la variedad de recursos, pero a costa de introducir especies de unas biocenosis en otras.

Estos ejemplos muestran cómo se pueden introducir especies de manera controlada y con un impacto mínimo en la biocenosis de acogida, pero la introducción incontrolada de especies suele provocar problemas graves. Un caso característico es el de los conejos en Australia, que al encontrarse en un ambiente en el que podían prosperar bien, y sin predadores, se convirtieron en una plaga.

En el siglo XIX el sistema entra en crisis. El crecimiento de la población demanda unos recursos que la naturaleza ya ofrece al límite. Sólo el desarrollo de la revolución industrial permitiría aumentar la productividad de la tierra. Este proceso se dispara, una vez más, en la década de 1950 con la conocida como revolución verde, un proceso de intervención en la naturaleza de manera intensiva que llega hasta nuestros días.

La explotación de recursos naturales es necesaria para la supervicencia, ya no de nuestra especie, sino para el mantenimiento de nuestra sociedad, pero ha de hacerse de una manera equilibrada para no agotar los recursos. Se hace necesario un desarrollo sostenible.